La sonrisa
A José Miguel Arnal, in memoriam.
Es un puente que acerca
geografías humanas. Le fiamos
la burla y la alegría por igual.
Se parece a los ríos, y a la luna,
y a nada se parece. Yo la he visto
brillar como la luna y fluir como un río
recorriendo unos labios de mujer.
Puede ser un regalo, una condena,
cohabitar con el necio y encubrir al traidor.
Mi corazón le debe la memoria
de los seres que he amado y que perdí,
pues el tiempo, que borra en mi recuerdo
el perfil de sus rostros, no empaña sus sonrisas,
y en sus sonrisas vive extrañamente
la clara imagen, fiel,
de todo cuanto fueron para mí.
La sonrisa nos salva y debería
conservarla la tinta,
como una huella dactilar del alma.
Vicente Gallego, La plata de los días, Madrid, Visor, 1996.
AUTOR: (Valencia, 1963) es un poeta español considerado uno de los principales representantes de la poesía de la experiencia, de lírica romántica en torno a la belleza de lo cotidiano que dominó la lírica española en los años 80 y 90 del siglo XX. Numerosos críticos han enmarcado también en este grupo la obra de autores como Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes o Carlos Marzal. Abandonó los estudios de letras para trabajar en oficios como portero y bailarín de discoteca, podador de pinos, repartidor de paquetes y pesador del vertedero de residuos tóxicos urbanos de Dos Aguas.Nacida como testimonio del vitalismo existencial de un sujeto sensible, solitario y macerado por el destino, la poesía de Vicente Gallego ha ido adquiriendo, en un paulatino proceso de crecimiento y de consumación, una entonación celebratoria que no ignora la precariedad de la vida ni oculta las espantables alegorías del mal, pero sostiene en su música un íntimo afán de revelación.