LA MEDIDA DE MI MADRE
No sé si lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde podemos querernos.
Begoña Abad
Tras la plaquette Begoña en ciernes y el poemario La medida de mi madre, en 2012 publicó Cómo aprender a volar, libro en el que transmite su propia experiencia. Durante cincuenta años Begoña vivió una vida que —ha explicado— «no era la suya», como madre y esposa abnegada sujeta al papel que la historia ha reservado siempre a las mujeres. Sólo en la poesía, que era su refugio, conseguía vivir. «A los cincuenta me nacieron alas», dice en un poema. Es el momento en el que logra la independencia económica y consigue un trabajo en una portería de Logroño y una vivienda en el último piso del edificio, desde donde puede ver los tejados de la ciudad. Abad defiende su profesión de portera, «de abridora humilde de puertas y de almas», de «artesana de la palabra» que «modela la vida a diario», mientras se deja sorprender por esta «experiencia que supone el hecho de estar viva».
Ha publicado diversos poemarios y su poesía ha sido incluida en diversas antologías y revistas. Ha participado en varios de los encuentros poéticos Voces del extremo en Moguer y Logroño, y fue durante ocho años vicepresidenta del Ateneo Riojano de Logroño.