martes, 12 de octubre de 2021

POEMA DE LA SEMANA DEL 11 AL 11 AL 17 DE OCTUBRE .

Luis Alberto de Cuenca
(Por fuertes y fronteras, 1996)

Collige, virgo, rosas


Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlele los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño 
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.




Datos del autor.

Luis Alberto de Cuenca nació en Madrid el 29 de diciembre de 1950. Interrumpió los estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid para licenciarse en Filología Clásica. Es doctor en Filología Clásica y Profesor de Investigación del C.S.I.C., ha sido Director de dicho Instituto y de la Biblioteca Nacional. Hasta 2004 fue Secretario de Estado de Cultura.

Casado en terceras nupcias con Alicia Mariño desde 2000, tiene dos hijos: Álvaro (1976) e Inés (1989).

Como traductor y especialista en cultura clásica ha publicado, entre otros, Floresta española de varia caballería (1975), Necesidad del mito (1976), Himnos y epigramas de Calímaco (1980), Antología de la poesía latina (1981), El héroe y sus máscaras (1991), Bazar (1995), o Álbum de lecturas (1996). En 1989 obtuvo el Premio Nacional de Traducción por su versión del poema latino medieval Cantar de Valtario.

Su obra poética se inicia en 1971 con Los retratos y prosigue con Elsinore (Madrid, Azur, 1972), Scholia (Barcelona, Antoni Bosch, 1978) y Necrofilia (Madrid, Cuadernillos de Madrid, 1983), en la línea de la poesía culturalista. La ironía, el lenguaje coloquial, el distanciamiento, o la mezcla de lo cotidiano y lo libresco, son rasgos perceptibles a partir de La caja de plata (Sevilla, Renacimiento, 1985), que obtuvo el Premio de la Crítica en 1986. El otro sueño (Sevilla, Renacimiento, 1987), El hacha y la rosa (Sevilla, Renacimiento, 1993), Por fuertes y fronteras (Madrid, Visor, 1996), y El bosque y otros poemas (Málaga, Llama de amor viva, 1997) completan su obra poética, que reúne, corregida y reelaborada, a excepción del primer libro, en Los mundos y los días. Poesía 1972-1998 (Madrid, Visor, 1999. 2ª edición). Posteriormente ha publicado Sin miedo ni esperanza (Madrid, Visor, 2002).

En 2010 fue elegido académico de número de la Real Academia de la Historia.

Su obra poética se caracteriza por una lírica irónica y elegante, a veces escéptica, o desenfadada, en la que lo transcendental convive con lo cotidiano. Destaca su faceta de letrista musical; suyas son algunas de las letras más conocidas del grupo de rock la Orquesta Mondragón. Alguno de sus poemas ha sido también musicado por Gabriel Sopeña e interpretado por Loquillo.


Hablar del paso del tiempo es un tema más habitual de lo normal en estos días en los que la pandemia ha hecho con el nuestro lo que ha querido. Las horas nos han parecido siglos cuando no podíamos estar con nuestros seres queridos y por ese motivo hemos aprendido a apreciar cada minuto como si fuera único. Para muchos ha tenido que aparecer el coronavirus y obligarnos a parar y respirar; para saborear lo cotidiano como felicidad extrema.


Aprovechemos la poesía para no olvidar que el tiempo pasa y la vida es hoy.



Garcilaso de la Vega

En tanto que de rosa y azucéna
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazôn y lo refrena;
y en tanto que el cabello,que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
Coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el vienta helado,
todo la mudarA la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

 

                                                            Luis de Góngora

Mientras por competir con tu cabello,

oro bruñido al sol relumbra en vano,

mientras con menosprecio en medio el llano

mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello,

siguen más ojos que al clavel temprano,

y mientras triunfa con desdén lozano

del luciente cristal tu gentil cuello;

goza cuello, cabello, labio y frente,

antes que lo que fue en tu edad dorada

oro, lirio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o víola troncada

se vuelva, mas tú y ello, juntamente,

en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. 


http://www.cervantesvirtual.com/portales/ver_la_poesia/709080_mientras_competir/ 


 

Francisco Brines
(El otoño de las rosas, 1986)
Estás ya con quien quieres. Ríete y goza. Ama.
Y enciéndete en la noche que ahora empieza,
y entre tantos amigos (y conmigo)
abre los grandes ojos a la vida
con la avidez preciosa de tus años.
La noche, larga, ha de acabar al alba,
y vendrán escuadrones de espías con la luz,
se borrarán los astros, y también el recuerdo,
y la alegría acabará en su nada.

Mas, aunque así suceda, enciéndete en la noche,
pues detrás del olvido puede que ella renazca,
y la recobres pura, y aumentada en belleza,
si en ella, por azar, que ya será elección,
sellas la vida en lo mejor que tuvo,
cuando la noche humana se acabe ya del todo,
y venga esa otra luz, rencorosa y extraña,

que antes que tú conozcas, yo ya habré conocido.